INDIGNACIÓN SOCIAL


INDIGNACIÓN

¿Quién asesinó a los niños del chocó?
¿Por qué no se marcha por los niños hambrientos del país?
¿Acaso ustedes no saben quienes son ellos?
Copa las primeras páginas de los medios escritos y virtuales y los anuncios de los radiales y televisivos los escándalos realizados por un desconocido que nadie sabe de dónde salió solo porque tiene un apellido relacionado con la alta política colombiana, que entre otras cosas ya se apresuró a sacarlo de su árbol genealógico. Igualmente es noticia la marcha programada por la paz, que si es financiada o no o que fue pensada por un filántropo que se desvive por el bien de los demás. Perdiéndose en estas faranduleras noticias el impactante hecho que ocurre cotidianamente en el chocó colombiano con nuestros niños que se mueren físicamente de hambre.
Un eco lastimero se oyó en la distancia que decía que no se murieron de hambre sino de neumonía o diarrea, como si esto fuera un aliciente para sus familias y para la Colombia entera que es ajena a la situación de los niños en general y de estos en particular. Su precario estado nutricional que hace que el marasmo y el kwashiorkor sean el ángel de la guarda de estos pobres niños es el caldo de cultivo para todas las otras enfermedades que prevalecen en la infancia.
Nos da pena reconocer que se mueren de hambre diariamente cientos de niños en nuestra amada Colombia y nadie hace nada por ellos. Y aún hay quien pone el grito en el cielo diciendo ¿cómo se me ocurre decir que son cientos? que solo son ocho o diez como si eso mitigara lo atroz de la situación.
De inmediato se adelanta el ministro de salud y el presidente para evitar el escándalo a enviar comisiones y dar órdenes aquí y allá para que por arte de magia se dejen de morir los niños, esto mientras se apagan los pocos comentarios. Se desplaza el ministro a la zona… el Instituto Nacional de Salud empleará plan de choque…  se giraran recursos por el orden de…, son alocuciones comunes que siempre salen a relucir en este tipo de hechos y en todos en los que se ve afectado la integridad de los niños colombianos. Es lo mismo siempre… ¡pena de muerte! Luego se olvida.
Tanto que nos gustan las encuestas, ¿quién va ganando…? ¿Que si las elecciones fueran hoy…? que si el hacker…, que si juan pa…, pero nadie se detuvo a ver la encuesta ENSIN de nutrición de los colombianos, donde se identifica que somos un país hambriento, sin hogar, sin fuentes de trabajo, anémicos y desnutridos y otro tanto obesos que también es malo. Ya pronto saldrá la del 2015 y den por hecho que no se verá variación alguna con respecto a la precedente a no ser en el deterioro de las condiciones sanitarias de las poblaciones rurales  y aumento del desplazamiento a las urbanas. Habrá quien diga: mejoramos en infraestructura, en empleo, en nutrición porque pasamos de un 60% de niños desnutridos a un 59%, vamos por buen camino.
INDIGNACIÓN es lo que debemos sentir todos los colombianos por la niñez maltratada del país. ¿Quién marchará por ellos? ¿Quién será el abanderado de su causa? ¿Quién levantará su voz en protesta por tanta injusticia? Será posible que pase desapercibida tan desastrosa calamidad que habla de lo insensible que nos hemos vuelto, de la falta de amor propio y por los demás. Nos interesa más lo que ocurre en las redes sociales que los harapientos niños de Colombia.
Quien asesinó a esos niños del chocó:
El estado: que fue creado para el beneficio general no está cumpliendo con este objetivo y sucumbe ante los intereses particulares. No hay estado para las áreas rurales y apartadas del país. Son zonas sin Dios ni ley, no están en el mapa de la conciencia de los colombianos. Lo que ocurra allí no nos interesa porque esa es otra Colombia, no es donde vivimos y los que allí viven no son colombianos, ni personas. ¿Será el estado colombiano tan pobre que no puede velar por la integridad nutricional, física y mental de esos desarraigados?
El gobierno: en todos los tiempos. Que han sido elegidos para salvaguardar la honra y bienes de los integrantes de esta nación y no solo de quienes puedan pagarlo. Uno a uno los gobiernos se suceden y las muertes por hambruna siguen campeando en lugares que como el chocó es una de las zonas más ricas no solo del país sino del mundo entero. La anemia se pasea por las aguas del pacifico colombiano, la parasitosis pulula en ellas y las enfermedades como la diarrea y la neumonía son compañeros habituales en el lecho de nuestros niños.
Los gremios económicos: el afán mercantilista hace que unos pocos disfruten lo perteneciente a todos. Comercializan con la salud, la educación, las fuentes de empleo, la minería, los recursos naturales, la fauna, la flora, la hidrografía de esta zona. Ni las personas se escapan de este mercantilismo. Las grandes empresas nacionales y multinacionales se han olvidado del bien social que les concierne y se hacen indiferentes a la problemática regional.
Los grandes medios de comunicación: como no, si ellos ostentosos de su gran cuarto poder, se hacen los de la vista gorda ante las calamidades ocurridas a diario en nuestro país que no generen el interés de la comunidad, el rating necesario para considerarlo digno de un editorial o primera página o un titular. No es una noticia interesante que los niños del chocó se mueran a diario de hambre en la más terrible soledad. ¡Eso ya se sabe, ocurre todos los días! ¡No es novedoso!
Ustedes: que están leyendo esta página y casi que ni la terminan por considerar que soy “otro loco que cree que puede cambiar las cosas solo”. No hay nada que hacer, eso le corresponde es al gobierno, ¿a mí qué? Ustedes que como ovejas al matadero cada vez que hay elecciones siguen el despliegue farandulero que nos muestran los medios de comunicación, lo que ellos quieren que veamos. Y no se detienen a ver las  propuestas hechas por cada uno de ellos. Ya ni debates hacen. Ustedes que no levantan su voz de protesta por la precaria situación que viven nuestros hermanos del chocó y otros rincones de nuestra patria. Ustedes por callar.
Y yo: soy el principal culpable, porque solo atino a escribir este desesperado artículo y quizá teniendo muchas otras cosas que hacer para evitar que sigan ocurriendo estas atrocidades solo me siento cómodamente en frente de mi computador y escribo. Ni siquiera salgo a marchar, felicito a los que salieron por convicción y a los que salieron por indignación y a todos aquellos que salen día a día a recorrer las calles en dirección a su trabajo, a la escuela, a la universidad o simplemente viven en ellas o no saben porque salen. También felicito a los que no salieron porque desde su ausentismo también manifiestan su inconformidad con todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.
Sea que sepamos quienes son ellos o sea que no, hagamos algo, sea lo que sea, pero hagámoslo ya.

Frank Milton Ávila Martínez
Pediatra
Ciudadano.






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