MI HIJO NO QUIERE COMER NADA
¡¡¡AUXILIOOOO!!! MI HIJO NO QUIERE COMER.
Este es el llamado que con mucha frecuencia se ve en los
consultorios de pediatría, y es que la alteración en la alimentación de los
niños es una situación que afecta a toda la familia tanto física como emocionalmente.
La desesperación que embarga a los padres y cuidadores del niño llega hasta el
punto de requerir una fórmula mágica para “estimular el apetito” del pequeño.
Solución que nunca será la más indicada.
Los desórdenes de la alimentación implican una carga
emocional tal que afecta otras esferas del desarrollo del niño como el
comportamiento social, el sueño, la autoestima, el desempeño escolar y la
relación con los padres; y a su vez una frustración en los cuidadores hasta el
punto de sentir que no lo están haciendo bien, que son malos padres o que el
niño debe tener alguna enfermedad grave por la cual no come.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que no existe un
medicamento, suplemento, vitamina o estimulante del apetito mágico que corrija
los hábitos alimenticios. La solución empieza por reconocer que existe un
problema, que debe ser manejado por el profesional de la salud de los niños:
pediatra, en conjunto con la ayuda de los padres para lograr la satisfacción
nutricional del niño y en últimas su felicidad que es la meta principal.
Mantener una nutrición adecuada es fundamental para el
desarrollo completo del potencial humano de los niños. Las deficiencias en la
lactancia materna y la alimentación complementaria asociado al índice elevado de
enfermedades infecciosas, son las causas principales de la desnutrición en los
primeros dos años de vida.
La lactancia materna es la forma ideal de aportar a los
niños pequeños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo
saludables. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la lactancia
materna exclusiva durante 6 meses, posteriormente el inicio de la alimentación
complementaria y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o
más.
La alimentación complementaria es el proceso que comienza
cuando la leche materna sola ya no es suficiente para cubrir los requerimientos
nutricionales de los lactantes y por ello son necesarios otros alimentos además
de la lactancia materna.
La alimentación complementaria óptima está relacionada no
solo con el qué se come, sino también con el cómo, cuándo, dónde y quién alimenta al niño. Se debe estimular la alimentación perceptiva descrita por la OMS
aplicando los principios de cuidado psico-social. Más claramente: a) alimentar
a los lactantes directamente y asistir a los niños mayores cuando comen por sí
solos, respondiendo a sus signos de hambre y satisfacción; b) alimentar
despacio y pacientemente y animar a los niños a comer, pero sin forzarlos; c)
si los niños rechazan varios alimentos, experimentar con diversas
combinaciones, sabores, texturas y métodos para animarlos a comer; d) minimizar
las distracciones durante las horas de comida si el niño pierde interés
rápidamente; e) recordar que los momentos de comer son periodos de aprendizaje
y amor-hablar con los niños y mantener el contacto visual.
La consistencia de los alimentos también juega un papel importante en la alimentación. Algunos estudios sugieren que existe una ventana crítica de tiempo para introducir alimentos sólidos, y se ha visto que si estos no se introducen antes de los 10 meses de edad, es posible que aumente el riesgo de dificultades de la alimentación en el futuro. Por ello, se recomienda aumentar gradualmente la consistencia de los alimentos de acuerdo con la edad del niño.
Los lactantes pueden comer papillas, purés y alimentos
semisólidos a partir de los 6 meses de edad. A los 8 meses, la mayoría de los
niños también son capaces de consumir alimentos que se pueden comer con los
dedos. A los 12 meses, los niños pueden comer el mismo tipo de alimentos que el
resto de la familia.
Es necesario aumentar el número de veces que el niño consume
los alimentos complementarios a medida que va creciendo. Al niño sano entre los
6 y 8 meses de edad se le debe ofrecer 2 o 3 comidas por día, Entre los 9 y 24
meses 3 a 4 comidas al día. Además, las meriendas nutritivas se deben ofrecer 1
o 2 veces al día de acuerdo a los requerimientos del niño.
Existen algunos principios ampliamente divulgados que nos
ayudan a mejorar la alimentación del niño, los cuales deben tenerse en cuenta al momento de alimentarlos.
Esta tabla tomada de
la SCP (Sociedad Colombiana de Pediatría) y ésta a su vez de Clinical Pediatrics 2009 los enumera.
Los nutrientes que necesita el organismo de un niño para cumplir sus funciones vitales se encuentran en todos los alimentos que tenemos a nuestro alcance.
Información tomada de: Publicaciones de la OMS y SCP.
Artículo realizado por: Dr. Frank Milton Avila Martinez. Pediatra.
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