La angustia del bebé

Cuando examino un recién nacido ocurre un evento mágico que estremece todo mi ser. El bebé vulnerable en la camilla reacciona con llanto intenso al ser tocado con las manos frías por la necesidad del lavado y el uso de guantes. Coloco el estetoscopio y escucho los latidos de su corazón agitado por la angustia tan elevados que expresan el desamparo. Le coloco su propia mano en su boca y empieza a succionar, por arte de magia comienza un descenso brusco de los latidos haciéndose cada vez más lentos evidenciando la tranquilidad y la protección experimentada. Igual efecto se logra al escuchar la voz de la madre. Esto demuestra la angustia que siente un bebé desde su nacimiento y que si no se acude a su soporte puede afectar su desarrollo y seguridad futuras, y en segundo lugar y es en lo que quiero hacer énfasis, la necesidad de succionar que tiene el bebé. Por medio de la succión, por medio de su boca, logra consuelo, sensación de seguridad y protección. De ahí la importancia de colocar al bebé recién nacido en los brazos de la madre y darle acceso al pecho materno. Antes de nacer el bebé siente a su madre las veinticuatro horas del día, siente sus latidos, sus movimientos y temores. Cuando nace deja esa protección, se enfrenta a un ambiente nuevo, diferente, hostil, su único lugar seguro son los brazos de su madre y su contacto más íntimo con ella es el sentir el pecho de su madre en su boca. 
Más que nutrición es amor.

Frank Ávila Martínez
Pediatra

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